02 mayo 2007

La Guerra Contra los Zombies
Ya he explicado antes lo que son los no-muertos. Pues quda claro lo malo de los no muertos, ¿no? Lo malo de los no-muertos es que, cuando un no-muerto ataca a una persona, la persona se convierte en no-muerto, pero si una persona ataca a un no-muerto el no-muerto no se convierte en persona, aunque la persona se lo coma (de hecho, en este supuesto la persona tiene todas las papeletas de convertirse en no-muerto). Esto, unido a la tendencia de los no-muertos a juntarse en manada, hace que cada vez sean más. Porque claro, un no-muerto sólo es un inútil, se mueve a paso y medio por minuto y no hace nada, pero tener una manada siguiéndote es uno de esos casos que se citan en aquel famoso libro, "Momentos en los que sin lugar a dudas podrías concluir que tu vida corre cierto peligro", por cierto, muy buen libro. No todo el mundo sabe que no debe acercarse a ver si pone "Made in China" o no en las toberas de los cohetes cuando hacen ignición, bueno es saberlo.

Así que poco a poco se va observando cómo la ciudad es tomada por hordas de no-muertos hambrientos de cerebros humanos. Por suerte, el frente de liberación humana se organizó contra las malvadas criaturas. Comenzó así la Guerra Contra los Zombies.

La guerra fue dura. Dentro del frente de liberación, llegué a ser teniente. A mi mando estaban los batallones de los mejores humanos, dispuestos a no morir por las fuerzas humanas. Y que se aprendan bien eso de no morir, porque nuestras bajas se convierten en sus soldados. Así, hemos establecido que aquellos que se mueran, tendrán que afrontar un consejo de guerra, por desertores.

Las batallas contra los no-muertos se sucedían. Su comandante, No-Del-Todo-Muerto, era astuto, porque era mitad humano y mitad no-muerto. Fue una desgracia su aparición, porque sin su mando, las tropas no-muertas habrían sido mucho más estúpidas. Se quedó así cuando fue atacado por un no-muerto, que terminó por matarlo y empezó a comérselo. Mientras se lo comía, un caníbal que pasaba por allí decidió ayudar al no muerto en su tarea. Así, comido a la vez por humano y no-muerto, pasó a ser conocido por No-Del-Todo-Muerto. Pero no fue del todo malo aquel día, porque el no-muerto se comió también al caníbal y se convirtió en un no-muerto caníbal, que empezó a comerse a otros no-muertos, lo cual provocaba que se convirtieran en personas otra vez. Lo que pasa es que las personas sin ciertos trozos de la cabeza no funcionan muy bien, y se morían. Al parecer luego al caníbal se lo comieron las palomas y ahora anda por ahí volando y comiendo palomas.

Se acercaba el día de la batalla decisiva, yo ya era capitán. Estaba en la sala con el alto mando, trazando la estrategia que nos llevaría a la victoria. La verdad es que a la larga no resultaba muy ameno, pero por suerte estaba allí el coronel Nosto Imuerto. No hablaba mucho y tenía la piel muy pálida, pero hacía un truco muy gracioso con el ojo. Se lo sacaba, luego se lo tragaba y volvía a aparecer en la cuenca ocular. Sin gente como él la guerra resulta monótona.

Llegó el gran día. Nuestras tropas estaban preparadas, con la moral alta y listas para el combate. Pero, extrañamente, los no-muertos parecían saber exactamente dónde estábamos y qué ibamos a hacer. Hubo muchos muertos ese día, fue un desastre. El alto mando consiguió retirarse y replegar parte de la tropa, pero el coronel Nosto desapareció. Pobre, seguro que lo convirtieron en zombie, los malditos.

Derrotados, con la guerra casi perdida, el alto mando decidió poner en marcha el plan de emergencia 09 F9 11 02 9D 74 E3 5B D8 41 56 C5 63 56 88 C0 - bis. Eso significaba que me tenía que poner en marcha.

La guerra dependía de mí.

16 abril 2007

Invasiones
Tal día por la tarde de esos días dias que voy andando, sin saber exactamente por qué, me pasó algo extraño. O bueno...

Puede que sí sepa qué estaba haciendo esa tarde.

Era el día anterior. Yo estaba en el piso de un amigo, sentado en el sofá, viendo la tele, mientras comía patatas fritas de bolsa. Y en una de esas que vas a comerte una y pierdes el control sobre ellas y cae inexorable y dramáticamente al suelo. Y no exagero: sentí mi corazón latir, el ambiente se silenció y el tiempo parecía trascurrir más lento, mientras contemplaba impotente aquella pieza de la gula industrial precipitarse contra la inexpugnable barrera que es el suelo, frontera tras lo cual nada queda. Viendo que mis esfuerzos por corregir la fatídica trayectoria resultaban vanos, no tuve más remedio que agacharme a recogerla.

Al agacharme no pude encontrar la patata. Y con razón, porque el suelo estaba lleno de patatas, quizás alguien se olvidó de recoger algunas que otras que se habían caido otras veces. Le dije a mi amigo aquello era un peligro biológico que podía traer grandes plagas, así que fui a por una escoba y recogedor.

Bueno, no fue tan sencillo como pensaba en un principio. Los estratos inferiores habían arraigado y se fundían con el suelo. Además, esos colores tan oscuros no podían significar nada bueno. Podían ser de la bolsa de patatas con espinacas, pero la prueba del carbono-14 situaba su vida en algunos años más de antigüedad.

Como se estaba haciendo tarde, dejé por allí la escoba y me fuí a mi casa a dormir.

Por la mañana, mi amigo me llamó por teléfono. Algo había surgido del suelo y se estaba comiendo la escoba. Cuando llegué al piso mi amigo intentaba luchar contra aquello, lo que quiera que fuese. Al final el bicho ganó y se tragó la escoba. Pensé que más valía arreglar el asunto antes de que desarrollara patas y se comiera el sofá o algo peor.

A juzgar por el aspecto del bicho, debía estar más cerca de los insectos que de los rinocerontes, así que lo rocié con el anti cucarachas. Bueno, no se si fué buena idea o mala, pero el caso es que saltó de su sitio y empezó a moverse sin control aparente, revolviendo el lecho de patatas de forma surgían nuevos especímenes, a cada cual más fascinante. Debe ser que de todos los seres vivientes que allí habían nosotros pertenecíamos a la rama taxonómica más alejada, en promedio, porque empezaron a mirarnos raro y se abalanzaron contra nosotros. Les tiré la otra escoba y conseguí salir de la habitacion mientras la devoraban, cerrando la puerta tras mi paso por si salpicaba algo.

Ahora que recuerdo, creo que dejé a mi amigo dentro...

Habiendo agotado el mata-cucarachas y las escobas, tuve que salir a comprar algo para arreglar el problema.

Y bueno, por eso es por lo que estaba andando por la calle, pero ya me he vuelto a liar contando anécdotas sin importancia. A lo que íbamos...

Estaba aquella tarde andando por la calle, sin saber muy bien por qué. De pronto recordé por qué estaba por ahí dando vueltas, y le pregunté a una persona de un lugar donde comprar escobas y matacucarachas. La persona se dio la vuelta lentamente, vacilando, con las rodillas semiflexionadas, los brazos muertos y mirandome no se muy bien a dónde. Su falta de respeto hacia mí al responderme "grfgñaaa" me llamó casi tanto la atención como el extraño color de su piel, que le faltaran los labios y que tuviera un ligero boquete en la cabeza. Le dije que no me gustaba su actitud y me fui.

Buscando un establecimiento adecuado, empecé a notar cosas extrañas por la calle. Una persona en concreto me extrañó sobremanera. Después de consultar la esperanza de vida media de un ser humano sin cabeza en la wikipedia, empezé a pensar que a lo mejor nos estaban invadiendo los zombies.

¡Nos estaban invadiendo los zombies!

El terror reinaba por doquier. La gente huía despavorida de aquellos lentos, torpes e ineptos no-muertos. A ver si me explico.

Los no-muertos son como gente, pero que no esta muerta. Bueno, más bien sí que están muertos, pero luego ya no. Están desmuertos. Entonces se levantan, se les caen cosas del cuerpo, adquieren deficiencias psicomotrices, se vuelven grises-verdosos y empiezan a comer gente. Si dejan suficiente cantidad de una persona sin comer, lo que queda de ella se convierte a su vez en no-muerto.

En algún momento después de ahora contaré cómo nos libramos de la invasión de zombies, y de dónde salieron.


15 octubre 2006

La fuga (de la cárcel)
No estaba a gusto en la carcel. Me daba un nosque-que-queseyo. Y los guardias eran muy quisquillosos, en particular estaban muy empeñados en no dejarme salir. Ni siquiera a recoger una pelota si se me encana por encima del muro. La gente también era algo desagradable por allí. Había asesinos, secuestradores, malvados, locos psicópatas y terroristas cuánticos (bueno, sólo yo).

Mi compañero de celda era un tipo bajito. Se llamaba Tomillo. Me contó su historia. Al igual que yo, fue encarcelado injustamente.

Resulta que se dedicaba a rapar perros. Era rapador de perros profesional, de los mejores. Te rapaba los perros con maquinilla, con tijeras, a tirones... bueno, un aunténtico fenómeno. Me contó que le hicieron un artículo en el telediario, justo después de la historia de la mujer que pelaba patatas de 3 en 3.

Un día le llevaron un gato. Se negó a raparlo repetidas veces, no era su especialidad y podía hacer un estropicio. El dueño insitió, después de todo tampoco se diferencian tanto los gatos de los perros. Tomillo entonces se preguntó si debería. Por otra parte, resultaba una ampliación de negocio considerable. Su reputación como rapador de perros podría verse ampliada a rapador de gatos y perros. Ya veía la fama, la gloria y los reportajes del telediario. Aceptó, pero primero debía estudiar el tema. Se leyó varios tratados sobre gatos, anatomía, vida y obra. Cuando se sintió preparado, se puso manos a la obra. Cogió la maquinilla, y comenzó el tan aclamado proceso por el que tanta gente le tenía en estima.

No salió bien del todo. Por la tarde llegaron los bomberos al lugar para evacuar la zona. No pudieron llegar antes, debido a que varios aviones se estrellaron por la zona por culpa de una desincronización del sistema de control aéreo. Las llamas afectaban a 5 manzanas. Encima, la maquinilla había causado grietas en 6 calles y destruyó el alcantarillado local. Los bomberos debían andar con paraguas, porque llovía lodo fanagoso (mierda) de las fugas de la alcantarilla. El hecho demostraba que nunca se debe rapar aquello que no conoces bien.

Después de arreglar el estropicio, se recuperó el gato y se devolvió al dueño.
El dueño denunció a Tomillo por devolución de gato incompleto. La ciudad denunció a Tomillo por caos y destrucción generalizado. El gato denunció a Tomillo por pérdida de apéndices corporales varios.

Pobre Tomillo, realmente no se lo merecía. Además, siempre me aseguraba que el gato no estaba bien, que le faltaban dos costillas y por eso se equivocó. Su odio y enfado hacia los gatos le hizo decidirse por fugarse conmigo.

La altura de Tomillo sería una buena ventaja de cara a fugarnos. Nos pusimos manos a la obra.

Primero necesitabamos mucho ácido para ir rompiendo cosas que se nos pusieran por delante. Gracias a mis cursillos de química, esto no era problema. Reuní pasta de dientes, pollo frito y azúcar. Los mezclé bien y salió ácido sulfúrico. Me lo guardé en el bolsillo.

Por la noche, comenzamos con el plan. Nada podía fallar. Eché un poco de ácido en las barras de la celda hasta que rompí un barrote. Tomillo y yo salimos afuera. Miramos a la izquierda, y no había nadie. Miramos a la derecha, y había un guardia. Bueno, los guardias no entraban en mis planes, no puedo tenerlo todo en cuenta.

- ¡Eh, quién eres tú!
- Hombre, hola. ¿Qué tal?
- ¿Qué hacéis fuera de vuestra celda?
- ¿Pero es que no te acuerdas de mí?
- No.
- Claro, siempre has tenido problemas de memoria.
- ¿Cómo? Yo no recuerdo eso.
- Normal. Últimamente estás empeorando, Manolo.
- ¿Manolo? Yo me llamo Godofredo.
- Vaya, estás peor de lo que esperaba.
- Y cómo es que lleváis el uniforme de los presos?
- Manolo, ¿ya no te acuerdas? Éste es el uniforme de los guardias.
- ¡¡Pero si yo no lo rec... !! Ya veo... tengo que ir al neurólogo.
- Claro Manolo, ya te lo he dicho mil veces.

A todo esto, Tomillo ya no estaba. Sonó la alarma. Parece que Tomillo había conseguido fugarse. Manolo salió corriendo. Yo lo seguí. Todos los guardias, los perros y los caballos salieron a buscar al fugado. Los demás guardias se extrañaban de verme con Manolo.

- Godofredo... ¿quién es este?
- No me acuerdo, parece que viene conmigo.

En un momento de descuido, me escondí tras un árbol y me escapé. Más tarde, Tomillo me contó que se escapó por el desagüe de la prisión. Era un tipo bajito.

Al día siguiente, fuí al juzgado a formalizar mi fuga, y me convertí oficialmente en ciudadano libre. Por fín. Volví a la prisión, y recuperé mi pelota. A ver qué se creían.

10 octubre 2006

Mi entrada en la cárcel
Una vez estuve en la cárcel. Es un sitio donde meten a la gente que no debería estar fuera de la cárcel. En mi caso, fue muy injusto. Yo no tengo la culpa de ciertas circustancias.

Fuí de excursión a una cantera de mármol con el club "Amantes de las cosas duras y claras" del que era miembro desde hace tiempo.

Allí estuvimos viendo las distintas fases del proceso de extracción. Vimos la montaña hermosamente destruída, los enormes bloques de mármol, las sierras de filo de diamante, etc. Vimos que los nuevos yacimientos son rápidamente descubiertos usando dinamita. La visita incluía la muestra de uno de los cartuchos, y un operario mostraría su uso y su poder explosivo.

El cartucho tenía un letrero de advertencia. "PELIGRO: no mirar muy de cerca". A mí me llamó la atención. Como no me puedo estar quieto, empecé a acercarme al cartucho y a mirarlo muy de cerca. Tan de cerca, que acabé viendo un átomo, y por el hecho de mirarlo alteré su equilibrio cuántico. Desencadené una reordenación interna de la estructura atómica del cartucho, que terminó por desestabilizarlo y explotó. Varios objetos duros y claros saltaron por los aires. Por suerte yo me escondí detrás de un árbol y no me pasó nada, pero quizás los miembros de mi club ya no vuelvan a mirarme con buenos ojos (y algunos con malos ojos tampoco).

Me acusaron de terrorismo cuántico. El caso llamó la atención de los medios de comunicación. Uno de los mejores abogados se interesó por mí, para ver aumentado su prestigio. Los periodistas se agolpaban a las puertas del juzgado e interrogaban a mi abogado.
- ¿Cree que su cliente es inocente?
- Sí claro, todo el mundo tiene derecho a mirar átomos. ¿Dónde están nuestros derechos constitucionales?
- ¿Qué le impulsó a desatar la desordenación cuántica?
- Es un poco miope y no veía bien.
- ¿Es cierto que forma parte de una organización mundial por el odio contra las cosas duras y claras?
- No son más que rumores sin justificación, todo quedará aclarado en el juicio. Ahora, si me disculpan, llego tarde a la vista.

El juicio no salió bien. El jurado era parcial e impresionable. El fiscal abogó por la vida destrozada de los miembros del club, y los intentos de mi abogado por plantear la ineficacia de las partículas subatómicas y la necesidad de un nuevo sistema no caló entre el jurado, de corte tradicional. El fiscal se dio cuenta de ello. "¿Por qué cuestionar un sistema que lleva funcionando miles de millones de años?".

Mi abogado intentó una segunda línea de defensa.

- Mi cliente es un hombre honrado. Ha servido en numerosas ocasiones a la sociedad. Él, junto a un grupo de valerosos foreros, acabó con un malvado mafioso de oscuros planes.
- Señoría, quisiera demostrar la maldad del acusado llamando a declarar a un masilla.

(Murmullos de sorpresa)

- ¡Protesto señoría, no está en la lista de testigos!
- Sí lo está.
- Ah, sí, es verdad.

- Dígame su nombre.
- Masilla.
- ¿Es cierto que su familia fue asesinada si miramientos y sin mostrar atisbo de piedad?
- Sí, snif, es cierto, vinieron y nos mataron a todos. No pudimos hacer nada. Sólo estábamos cumpliendo órdenes. Nosotros no teníamos la culpa.
- ¿Está alguno de los indivíduos que perpetró tal atrocidad en esta sala?
- Sí, snif, es el que está sentado en el banco de los acusados.

(Más murmullos de sorpresa)

masilla
Foto del juicio cuando declaró el masilla

Fui condenado a 20 años de cárcel, y se me prohibió mirar las cosas a menos de una micra de distancia, así como poner en peligro activa o pasivamente la vida de un masilla. El jucio levantó una polémica social sobre los derechos de los masillas.

Una vez en la carcel, me di cuenta de que de allí no se podía salir, lo cual no me gustó nada. La gente por allí se veía muy contrariada frente a que saliese fuera. Así que decidí fugarme.

Más tarde contaré cómo eran mis días en prisión y cómo me fugué de la cárcel.

05 octubre 2006

El Túnel de la Moto y los ceniceros
Hoy quiero hablar de una película con mucho transfondo. He hablado con mucha gente de la película, y me sorprende darme cuenta de que no hay mucha gente que la conozca.

Se llama "El Túnel de la Moto". Trata sobre motos, túneles y ceniceros. Aquí dejo su cartel de cine.

Cartel de cine

Se trata de la historia de un piloto de carreras de fórmula 1. Su nombre era Rantamplán. Era un crack. La sensación del momento. Dominaba en todos los circuitos, en todos los estilos.

Un día tuvo un accidente terrible. En una carrera, se le cayó el cenicero al suelo, y al retirar la vista para recoger las cenizas no vio un elefante que se cruzó por la pista. Intentó esquivarlo, y al salirse de la curva cayó por un precipicio. Abajo estaban celebrando una boda palestina y varios asistentes dispararon sus AK 47 al aire en señal de júbilo. El pobre Rantamplán recibió siete disparos antes de caer. Al caer al suelo el coche explotó y el airbag falló. La gente de la boda fue a socorrerle, pero entonces pasó por enmedio un desfile de mayorets y la policía local cercó la zona para no entorpecer el paso del desfile.

Pasó 3 días en el hospital. Después de aquello, decidió abandonar la fórmula 1 y dedicarse a las motos. Al salir, vendió su monoplaza y se compró una Harley Davidson. El suceso le marcó profundamente, y cogió fobia a los ceniceros, los elefantes y los precipicios. Tal era la fobia, que al salir por primera vez con su moto tiró los ceniceros a la cuneta, y se fue al único lugar donde no hay ni precipicios ni elefantes: un túnel. Pero no un túnel cualquiera: un túnel de 2x2 metros de anchura (ancho y alto) para que no se colase elefante alguno.

Una vez en el túnel, sintió paz y sosiego. Miraba a su alrededor, y no veía elefantes ni precipicios.

Entonces vino un coche de frente.

El túnel era estrecho y los dos no cabían. De hecho el coche iba con los faros apagados, porque con las chispas que soltaba la pared al rozar con la carrocería veía de sobra. El pobre motorista se encontraba ante una dificultad considerable. Se fijó en el conductor, y vio que se le acababa de caer el cenicero al suelo. Ambos iban a 140 km/h, y estaban a menos de 100 metros.

El hecho del cenicero le hizo reflexionar. Se dio cuenta del peligro que representan los ceniceros para la conducción. Aquello le hizo recordar su infancia...

Sus padres murieron cuando él aún no había nacido, y se crió con su abuelo. Su abuelo vivía en la montaña, donde había nieve la mitad del año. El niño siempre quiso ser piloto de fórmula 1, pero su abuelo siempre decía: "¿Dónde se ha visto eso? Ser piloto de fórmula 1 es muy duro, hijo, serás un muerto de hambre. Mejor que te dediques a lanzar el frisbi como tu abuelo.".

Su abuelo era muy cruel con él. Le obligaba a entrenar en la nieve. Rantamplán aprendió a matar osos con los frisbis para comer los domingos. Además debía cortar y traer la leña para la chimenea, y su abuelo le obligaba a cortarla con los frisbis.

Un día, estaba acechando a un oso. Estaba practicando la técnica de matar osos con frisbi en bicicleta. Su abuelo lo vigilaba de lejos. Tenía al oso a punto, cuando a su abuelo se le cayó el cenicero al suelo. El oso se alertó, dio media vuelta y se abalanzó sobre el pequeño Rantamplán. El niño lo esquivó, y se dió contra un arbol. La bicicleta quedó incrustada en el tronco. El oso estaba a punto de acabar con él. En el último instante, su abuelo lo detuvo con un frisbi. El oso se murió.

Rantamplán se levantó asustado. Fue a recuperar su bicicleta, pero no podía sacarla. Su abuelo se acercó, desmontó la bicicleta y la consiguió desatascar. "Recuerda, cuando tengas problemas, desmonta cosas", le dijo.

¡Eso es!

Se apresuró a desmontar la moto. Puso todas las piezas en línea, y las lanzó por encima del coche. Él mismo saltó, y el coche pasó de largo. Detrás vino un camión y lo atropelló.

Rantamplán recibió un buen golpe, pero pudo agarrarse al tubo de escape. Con dificultad, escaló a la puerta del remolque. El camión salió del túnel.

Consiguió abrir el remolque. De su interior salió un elefante, que asustado lo arrastró con él fuera del camión y cayeron por un precipicio. El camionero tiró el cenicero que se le había llenado y cayó sobre la cabeza de Rantamplán. El golpe le causó un traumatismo craneo-recto-encefálico y murió.

Una gran historia, con poca aceptación entre el público. Hay que ver más cine.

03 octubre 2006

La venta de armas
Más historias y experiencias. Y como parece que a la gente le gusta saber qué han hecho los demás, yo digo las cosas que he hecho. Prensa del corazón, o algo de eso. Pero como de momento no me he casado ni voy a tener un hijo bastardo, pues resulta algo más ameno.

Esta vez contaré cuando me metí con una organización mafiosa internacional de venta de armas.

Ocurrió una vez cuando iba por la calle, dispuesto a resolver casos, y vi a alguien que resultaba sospechoso. El tío vestía con traje italiano, sombrero italiano, zapatos italianos, y cunado le pregunté de dónde era dijo que de Italia. Como la gente sospechosa me hace sospechar, decidí seguirlo en sigilo.

Durante el camino me pareció más sospechoso aún. Cunado vio una paloma, comenzó a tornarse más oscuro, sus ojos se inyectaron en sangre y le dio un patada, tras lo cual se desató en una risa malvada y despiadada, se arqueó hacia atrás y alzó su rostro al cielo con los ojos apretados mientras seguía riendo y extendiendo sus brazos al aire en señal de maldad. Los perros huían con la cola entre las piernas, los viandantes se abrochaban la gabardina, las novias se abrazaban a sus novios, y las ratas se ocultaban en las cloacas. Las palomas no, las palomas seguían acudiendo allí, porque había pan en el suelo. El malvado las pateaba una a una.

Al final llegó a su guarida secreta, oculta en la ciudad. Era un castillo negro, de torres altas y puntiagudas, rodeado por un foso lleno de cocodrilos, tiburones y pirañas salvajes del medio oeste. Cuando miré hacia arriba hubo un relámpago, y varios murciélagos salieron de la torre central. Empezó a llover y todo se llenó de niebla. Me apunté la dirección, me despedí de él y volví a mi casa.

Cuando llegué a mi casa, maquiné un plan para acabar con aquellos desalmados. Para averiguar exactamente qué plan maquiavélico tramaban, busqué en las páginas amarillas y los llamé. Me hice pasar por capo de la mafia, les dije que había perdido el post-it de la nevera y no me acordaba de lo que iban a hacer.

Resulta que estaban ultimando un plan de venta de armas para gente desarmada. Y encima iban a vender también tiritas y betadine para poder seguir vendiendo más. No podía tolerarlo. Fuí a un foro de cazarrecompensas de Internet y contraté a dos de ellos. Los dos eran expertos en infiltración de guaridas enemigas. Era justo lo que necesitaba.

Cogimos el 39 y nos bajamos en la guarida secreta. Nos escondimos detrás de unos setos. El experto en prismáticos miró para reconocer el terreno. Habían varios masillas custodiando la entrada. Por suerte, no había nadie vigilando la entrada de atrás, así que entramos por allí.

Una vez dentro, atacamos a tres masillas y nos disfrazamos de masilla. Entonces llegó el momento de ejecutar la parte principal del plan.

Llegamos al almacén donde estaban todas las armas. Era bien grande, por lo menos de 100x100 metros. Nos pusimos en el centro, bien centraditos, sacamos dos MP5 cada uno (uno en cada mano) y empezamos a matar masillas y masillas. Los masillas empezaron a disparar, pero por suerte no nos dieron. Cuando acabamos con los masillas, llegaron los masilla-élite, que llegaron a rozarme una oreja y a un compañero le dieron en la uña del dedo gordo del pie derecho. Éstos necesitaron más tiros para caer.

Cuando llegaban más ejércitos de masillas, disparé a los interruptores de las puertas blindadas, y cayeron, deteniéndoles por unos minutos. Ahora era la oportunidad de llenarlo todo de C4 y largarnos.

Pusimos todos los temporizadores a 5 minutos, y salimos por la salida secreta del almacén. Estuvimos a un pelo, pero salimos sanos y salvos. Aunque la cosa no acababa aquí.

El malvado jefe del traje italiano salió tras nosotros volando en cometa, riendo a carcajadas, atropellando palomas y tirándonos bombas redondas con mecha chispeante. Se hizo de noche y empezó a llover. Uno de los expertos le disparó con el MP5, pero no le dio y agotó el cargador. El malvado, borracho de maldad y orgulloso de sí mismo, vociferó terriblemente bajo la lluvia mientras un relámpago iluminaba la noche: "¡SOY INVENCIBLEEEE!".

Entonces pasó un boeing 747 y se murió.

Gracias a nuestra acción, el mundo estaba a salvo. Les dí 10€ a cada cazarrecompensas y se volvieron al foro, donde conocieron dos foreras y se casaron.

Pero yo no lo hice por dinero. Lo hice por convicción. Porque sé que he de prestar un sevicio a la sociedad. Porque no puedo dejar sueltos a malvados como el que acabábamos de combatir.

01 octubre 2006

Posts fantasmas asesinos de palomas
Entre los problemas derivados de la creación de un blog, además de encontrar sitio, buscar un nombre, una temática, etc, está la aparición de posts mutantes. La acción conjunta de condiciones atmosféricas adversas, o cambios en la plantilla de blogger desde varias pestañas simultáneas, crean un caldo de cultivo para estas mutaciones.

Aún a riesgo de ser acusado de alta traición, ya que lo que voy a contar es alto secreto, voy a contar lo que ocurrió con los posts fantasmas asesinos de palomas. Pero bueno, tampoco hay mucha gente que lea esto.

El otro día, un investigador bio-informático vino a ver la situación en mi blog. Su equipo de investigadores venía con él, interesados en el problema que atormentaba mis sueños. Dos de ellos eran expertos en caza mayor con canario, rastreo y localización de objetivos tácticos, y creación explícita de envases dotados de asa con contenido de bebida cafeínica. Otro se especializó en el análisis de cosas desconocidas. El investigador jefe era, como he dicho, bio-informático especializado en el estudio de mutaciones electrónicas y creación de páginas web con dreamweaver.

Crearon un espacio aislado del resto del mundo, con condiciones de extrema seguridad. Toda precaución es poca. Varios soldados del ejército custodiaban la entrada y controlaban el acceso. A medida que el complejo se iba haciendo complejo, se ahondaba en la tierra. Al cabo de varias semanas, un ascensor con un panel de varias filas de botones era necesario para alcanzar el nivel más bajo. La verdad es que mi madre ya empezaba a notar algo raro en mi habitación, pero el proyecto era alto secreto y cumplí muy bien con mi parte.

Un día, algo salió mal. Una de las bebidas cafeínicas se derramó, cayendo en el teclado del sistema informático. El imacto propagó un impulso electro-magnético que desbloqueó todos los sistemas de seguridad. Varios de los posts mutantes enjaulados para su estudio escaparon.

Despues de reiniciar Windows, todos los sistemas volvieron a ser operativos. Al hacer recuento de daños, se descubrió lo peor. La sección de laboratorios omega estaba en brecha de seguridad de nivel 5. Los que habían allí eran posts fantasmas asesinos de palomas. Las fuerzas de seguridad se apresuraron a reforzar la zona. Tras una dura batalla, los posts se hicieron con el control del sector. Ahora andaban libres en el complejo.

El equipo de seguridad analizó el mapa de las instalaciones, intentando situarse y adivinar las intenciones de la horda de posts. No tardaron en darse cuenta de que los posts irían al aviario. Antes debían pasar por el túnel de viento, el reactor de energía y el silo nuclear. Se montó guardia en esas zonas para intentar detener el avance.

Todas las palomas del aviario de experimentación fueron masacradas. Los posts resultaron imparables. Una plaga de posts fantasmas asesinos de palomas andaba suelta. Los soldados de la entrada no pudieron contenerlos, y varios de ellos invadieron la ciudad.

Aquella tarde, los investigadores recogieron todo y se fueron. Yo puse mi cama encima del agujero de la entrada. Le dije a mi madre que me gustaba el nuevo sitio para poder ver el vuelo de los gorriones por las mañanas.

Con esta nueva plaga, como todo el mundo sabe, no hay más solución que fumigar. Pero no es la panacea. Los posts dejan huevos, se esconden en lo más profundo del alcantarillado, salen a la superficie asfixiados y lo infestan todo.

He recibido fotos de sus fechorías. Aquí tengo una que me ha impactado:

Post fantasma asesino de palomas

Pero no os preocupéis, que ahora con el invierno morirán de frío.

No obstante, no dejan de darme escalofríos, cada vez que veo uno por las mañanas, al abrir un armario, o al levantar la tapa del water.

30 septiembre 2006

Presentación de esto
Hola y muy buenas. Me presento: soy una entidad imaginaria concebida para presentar cosas. Presento el post de apertura de este nuevo blog. A su vez, el post de apertura presentará al blog. Demos paso al post de apertura del blog con un fuerte aplauso.

(Aplausos)

Hola y muy buenas. Yo soy el post de apertura del blog. Este es un buen blog, interesante y segregante. En él se encontrarán divagaciones varias, delirios del subconsciente y posts fantasmas asesinos de palomas (aunque se está fumigando). Todos ellos tienen algo en común: por alguna razón desconocida para la ciencia y que por la cual aún no se ha fundado religión alguna, el autor del post segrega droga a su torrente sanguíneo involuntariamente, dando lugar a la fauna más extraña.

Quiero dar las gracias a quien siga el blog por su seguimiento futuro (de hantebrazo), espero que os guste y que provoque segregaciones varias entre mentes enfermas que puedan encontrar algo de esto interesante.

Bueno chao.
 
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